EL PROYECTO DE JESÚS: SU ACTUACIÓN (I)...
Jesús se siente afectado de tal manera por la paternidad de Dios que toda su actuación es una traducción a la vida de esa ideal los seguidores de Jesús, para quienes también Dios es Padre, deberán vivir y actuar de forma parecida a como lo hizo Jesús.
Siendo como es el Cristianismo una religión en la que la vida desempeña un papel decisivo, por encima de todo legalismo y rituatismo, ¿qué resultados reporta para el hombre el que Dios se haya manifestado en Jesús como Padre y Soberano? Los resultados no son otros que la liberación del hombre de todos aquellos factores que le impiden lograr su plenitud humana y hacer que Dios sea Padre universal en la tierra de los hombres.
El proyecto de Jesús no fue político, sino religioso, por eso se sintió obligado a revisar el papel que pretendían desempeñar en la salvación humana ciertas mediaciones religiosas como la Ley y el culto. Por otra parte, dado que el hombre es un ser social, constitutivamente vinculado a su semejantes, Jesús hizo una opción clara en favor de determinados sectores sociales, los marginados, a los que hace principales destinatarios de su mensaje del reinado paternal de Dios.
1. JESÚS Y LA LEY
La Ley en el judaísmo. La absolutización de la Ley por el fariseísmo. La actitud de Jesús: Jesús libre y liberador de la Ley. La libertad que proclama Jesús es más exigente que la Ley misma.
2. JESÚS Y EL TEMPLO
El significado del Templo y del culto en el judaísmo. La postura de Jesús frente al templo
3. JESÚS Y LOS MARGINADOS
Tipología de los marginados en tiempos de Jesús. Jesús ante la marginación socio-religiosa. Consejos de Jesús a los suyos
4. LOS MILAGROS DE JESÚS
Las narraciones evangélicas de milagros El significado religioso de las narraciones de milagros
1. JESÚS Y LA LEY
Siguiendo a Jesucristo, planteamos este tema en un marco estrictamente religioso: ¿Cuál es la naturaleza y la función de la Ley en las relaciones del hombre con Dios? ¿Cómo se justifica el hombre ante Dios? A esta pregunta los fariseos respondían: con la escrupulosa observancia de la Ley. Pero, ¿está de acuerdo Jesús con esta respuesta? Vamos a verlo.
La Ley, principio de identidad nacional del pueblo judío:
Al principio de su historia Israel entendió la Ley en el marco de la Alianza de Yahvé con su pueblo escogido. Para constituir a Israel en un estado de derecho teocrático, la Alianza Conclusa en unas estipulaciones o Leyes Fundamentales que se cifran en el Decálogo: «Me obedeceréis y guardaréis mi alianza» (Ex 19,5). La obediencia a la Ley se convierte así en la parte que corresponde al judío en la preservación de su identidad nacional.
El desarrollo ulterior del Decálogo dio origen a un ordenamiento jurídico, cada vez más frondoso, que reglamenta la vida del pueblo de Dios en todas las esferas:
o moral: las relaciones humanas;
o civil: las instituciones sociales, familiares, económicas, judiciales;
o religiosa: el culto a Yahvé con sus ministros, su templo, sus ritos.
Los judíos llamaban TORÁ al conjunto de todas estas prescripciones legales, esparcidas principalmente por los cinco libros del Pentateuco.
La absolutiización de la Ley por el fariseísmo
Ya hemos comprobado que el judío se sentía orgulloso de la Ley como distintivo de su identidad nacional. En ella Israel daba expresión al ideal que tenía de sí mismo como pueblo santo de Dios. Para realizar tal ideal, para cumplir su vocación histórica, Israel debía cumplir la Ley con todo detalle.
Este papel tan importante que la Ley desempeñaba en la religiosidad judía explica el proceso hacia su absolutización total con el fariseísmo. La Ley se separa del contexto histórico en que había nacido, es decir, deja de ser:
o la respuesta agradecida del hombre a los actos salvadores de Dios que eran gratuitos, es decir, no debidos;
o la conclusión de una Alianza amorosa, cuya iniciativa dependía en exclusiva de Dios, no del mérito humano;
o la interpretación fiel de la perfección humana, para convertirse en sistema opresor de las conciencias.
En una palabra, la Ley deja de ser un medio para convertirse en fin, en realidad absoluta. La teología farisaica había construido un régimen religioso rígido que se apoyaba en dos presupuestos:
o La pretensión normativa: el primer error del fariseísmo Consistía en pretender que la Ley debía dictar al hombre su comportamiento concreto en cualquier situación posible. Ello dio origen a la llamada Casuística», es decir, el afán de proporcionar una solución ética adecuada para cada caso. Los rabinos lo Conseguían mediante interpretaciones de la Ley que pretendían apoyar en la autoridad de Moisés.
o La pretensión salvadora: en esta concepción religiosa de la Ley, la situación del hombre ante Dios estaba determinada por los méritos humanos y no por es favor de Dios. Se producía una inversión en la relación Dios-hombre: cumpliendo la Ley, el hombre tenía derechos ante Dios. De este modo, la salvación era merecida por el cumplidor de la Ley, podía exigirla con justicia y Dios pasaba a ser deudor del hombre.
La actitud de Jesús: Jesús libre y liberador de la Ley
Para entender la postura de Jesús ante la Ley vamos a dividir los pasajes evangélicos en dos apartados: en el primero, examinamos los hechos, es decir, las ocasiones en que Jesús se muestra libre de la Ley y libera también de ella a sus seguidores; en el segundo, deducimos la doctrina un tanto sorprendente: efectivamente, esa libertad de la Ley no autoriza el libertinaje, sino que se convierte para la conciencia creyente en fuente de exigencias éticas mayores aún que las de la misma Ley.
En los siguientes textos puedes encontrar pautas de la actitud de Jesús ante la Ley:: Mc 2,1 8s; Mc 2,23s; Mc 7,1-5; Lc 5,29-32, de ellos , y de otros no citados, se deducen tres conclusiones:
o que Jesús quebrantó frecuentemente las normas legales puestas en circulación por la tradición religiosa de Israel;
o más aún, que Jesús, se sentía revestido de autoridad propia para disponer y corregir la Ley de los antepasados de Israel. Lo demuestran las famosas antítesis del sermón del monte, en las que Jesús no se apoya en la autoridad de los mayores para hacer una interpretación de la Ley -como haría cualquier rabino-, sino en su propia autoridad: «Yo os digo» (Mt 5,21 s.27s.31 s);
o más todavía, que Jesús, transfiere a los demás esa misma libertad que Él gozaba frente a la Ley. Lee, por ejemplo, la defensa que Jesús hace de sus discípulos ante las acusaciones de los fariseos porque no practican el ayuno o porque arrancan espigas en sábado (Mt 9, 14-17; 12, 1-8).
La libertad que proclama Jesús es más exigente que la Ley misma
Lo más curioso de la actuación de Jesús es que, al relativizar la Ley, no da entrada al libertinaje, sino que propone un tipo de conducta mucho más exigente que la Ley misma. ¿Por qué? Porque, en lugar de la Ley, propone otras instancias dotadas de mayores exigencias.
Primera instancia
«Sed perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto» (Mt 5 4S)
Jesús no intenta reglamentar la conducta del hombre, sino su ser mismo. No dice haced, o no hagáis, sino sed, sed lo que tenéis que ser. con ello Jesús afirma estar en posesión del conocimiento del ser auténtico del hombre, de su verdad más original. Y por eso no puede admitir los límites que marca la Ley como la meta última de las aspiraciones humanas, porque nuestro ser llega mucho más lejos de lo que el mandato revela. ¿A dónde? Nada menos que a la perfección de Dios, que es la meta última a la que Jesús nos remite.
Segunda instancia:
«El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado» (Mc 2, 27)
Esta frase es la conclusión de la defensa que hizo Jesús de sus discípulos cuando se les acusaba de quebrantar el descanso en un día de sábado. E~/sábado no se podía trabajar, y los escribas interpretaban al arrancar las espigas de un sembrado y desgranarlas como trabajo (lee el pasaje entero en Mc 2,23-28).
En el citado episodio se produce un conflicto entre la Ley y el hombre; mas en concreto, entre la aplicación rabínica del precepto del descanso sabático y las necesidades de la persona humana. Para los fariseos la solución estaba en preferir el Cumplimiento de la Ley en contra del hombre; Jesús, por el contrario, opta en favor del hombre sobre la obediencia a la Ley.
Lo mismo sucede con las múltiples curaciones de enfermos realizadas por Jesús en sábado, día en que los fariseos prohibían el ejercicio de la medicina (Mc 3,1-6, Lc 13,10-17, 14,1-6). Para Jesús la mayor gloria de Dios no está en la observancia de la Ley, sino en la curación del hombre. En resumen, en sustitución de la Ley, Jesús ofrece a su discípulo otro punto de referencia para saber a qué atenerse: es la persona humana lo que debe orientar al seguidor de Jesús en su conducta.
Tercera instancia
«Amarás a tu Dios con todo tu corazón... amarás al prójimo como a ti mismo»
(Mt 22, 37)
Frecuentemente se oye decir que el amor es la esencia del Cristianismo. Dados, sin embargo, los sucedáneos y falsificaciones que admite esta palabra, hay que precisar las condiciones del amor verdadero tal como fue propuesto por Jesús. Para Jesús:
Dios tiene la iniciativa: «Dios nos ha amado primero», escribió uno de los discípulos de Jesús y, sin lugar a dudas, traducía con esta frase el pensamiento de Jesús. El cristiano ve el amor de Dios al hombre, encarnado en el rostro humano de Jesús. Es un amor que no discrimina a nadie, bueno o malo. por eso el seguidor de Jesús puede definirse a sí mismo como aquél que «ha conocido y creído en el amor de Dios» (1 Jn 4, 16).
El hombre responde: para el seguidor de Jesús que tiene la experiencia del amor de Dios tal como se le ha manifestado en Jesús, éste se hace motivo y modelo de su conducta. De esta forma, el amor se transforma en un lazo más exigente que cualquier Ley, ya que es universal, pues incluye a todos los hombres, incluso a los enemigos (Mt 5, 34), y es sin medida, pues puede llegar hasta la muerte (Jn 13,1; 15,13).
Insistimos en la novedad que supone la actitud de Jesús frente al régimen religioso judío. Esta novedad puede esquematizarse de la forma siguiente:
Sistema religioso Lo que Jesús propone
de Israel
Frente a la Ley, está la persona humana.
Frente al obrar, está el ser.
Frente a los actos. están las actitudes.
Frente al temor. está el amor
Frente a los preceptos, está las actitudes.
Frente a unos mínimos, están unos máximos de exigencia.
Su superioridad. Las exigencias morales contenidas en la propuesta de Jesús son superiores a las de la moral legalista de los fariseos. A todas luces es mucho más exigente remitir al hombre a las necesidades de los demás y no a la Ley, al ser y no al obrar, a los valores de las bienaventuranzas y no a los preceptos, al seguimiento de Jesús y no a la observancia de las normas, el amor y no al temor, y, no digamos nada, a la misma perfección de Dios en lugar de lo que está escrito en el código. Si estas nuevas metas parecen utópicas por estar fuera de nuestro alcance, sin embargo, el cristiano está obligado a aspirar a ellas, puesto que se sabe asistido por el poder y la fuerza del Espíritu de Dios.
El escándalo que la crítica de Jesús a la tradición legal del Judaísmo provocó entre sus contemporáneos. Un escándalo que explica el hecho de que Jesús cayera en desgracia y fuera rechazado, lo que le conduciría al martirio.
2.- Jesús y el Templo.
Al hablar aquí del Templo, nos referimos tanto a un edificio material, como a todos los elementos que integran la institución del culto: un recinto sagrado, unos sacerdotes, un ceremonial meticulosamente marcado y unas ofrendas o victimas de los sacrificios.
El culto forma parte integrante de toda experiencia religiosa como expresión que celebra las creencias. Por eso, no podía quedar fuera de los pronunciamientos de Jesús, que culminaron en el pasaje de la purificación del Templo. Según esto, pretendemos conocer con este tema cuales son
o El significado del Templo y del culto en el Judaísmo.
o El alcance del enfrentamiento de Jesús con el templo y el culto de la religión judía.
o Las consecuencias que este enfrentamiento trajo para su vida.
El significado del Templo y del culto en el Judaísmo
Conocer la historia y el significado socio-religioso que tenga el Templo en el judaísmo nos ayudará a entender la gravedad de la critica a la que Jesús somete la institución cultual representada en el templo.
El Templo y el culto tenían para la religiosidad judía una importancia socio-religiosa capital. El Templo de Jerusalén era el vínculo visible de la unidad nacional. Los judíos, tanto los residentes en Palestina como los dispersos en la diáspora, solían peregrinar a Jerusalén en las fiestas más importantes para pagar los tributos y participar en el culto.
Después del retorno del destierro, se creó una complicada trama de legislación sobre el culto, sobre las diferentes dependencias del Templo y su función, sobre las fiestas del año y sobre el ceremonial litúrgico.
Todo este aparato institucional producía el orgullo religioso típico de los judíos que veían en él la mediación indispensable y absolutamente eficaz para justificarse ante Dios. En efecto, el Templo garantizaba la presencia de Dios en Israel, excluyéndola de otros pueblos; el recurso a las víctimas externas animales purificaba las conciencias eludiendo el compromiso moral por el amor fraterno y la justicia; la casta sacerdotal aristocrática de los profesionales del culto explotaba al pueblo con los impuestos del Templo y alienaba las conciencias.
Ya los profetas denunciaban frecuentemente estas corruptelas del culto. Profetismo y sacerdocio no eran en Israel dos instituciones antagónicas, sino complementarias, cuyas relaciones mutuas no siempre fueron amistosas. Por eso, la crítica profética contra el Templo estaba dictada por el alto ideal que los profetas de Israel tenían del culto ( Is 1,10-17 4. Am 5,21-27; Jer 7,1-15 5. Mal 1,6-2,9 ; Os 4,4-11).
La postura de Jesús frente al Templo
En el marco socio-religioso que acabamos de estudiar acerca de la institución cúltica del judaísmo y en continuidad con la crítica de los profetas ante un culto degradado, aparece la actitud contestara de Jesús frente al Templo. De ella nos han dejado los evangelistas algunos ejemplos importantes: ( Mc 11, 17; Mc 13,1-2; Mt 12,5-7).
Para analizar la actitud de Jesús frente al Templo y la forma en que era utilizado por la religión oficial de su tiempo, analizaremos con detalle uno de los pasajes citados. Escogemos la versión del evangelio de Marcos:
" Llegaron a Jerusalén, entró en el Templo y se puso a echar a los que vendían y a los que compraban allí, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas; y no Consentía que nadie transportase objetos atravesando por el Templo. Luego se paso a enseñar diciendo:
-¿No está escrito: "Mi casa será casa de oración para todos los pueblos'? Pues vosotros la tenéis convertida en una cueva de bandidos.
Los sumos sacerdotes y los letrados se enteraron; como le Ç miedo, porque todo el mundo estaba asombrado de su enseñanza, buscaban la manera de acabar con él». (Mc 11. 15-18)
En el texto hay dos frases de los profetas antiguos con las que Jesús justifica su acción. Provienen de Isaías y Jeremías. La primera es: «Mi casa será casa de oración para todos los pueblos» (Is 56, 7).
Con esta frase, el profeta anuncia un Templo futuro que ya no estará reservado a los judíos en exclusividad, sino que abrirá sus puertas a un universalismo sin fronteras. Jesús entiende que ese momento ha llegado con él. con ello declara suprimidos los privilegios raciales de Israel en lo Concerniente al culto verdadero que se tributa a Dios.
La segunda frase proviene del profeta Jeremías. Dice así en el texto original: "¿Creéis que este Templo que lleva mi nombre es una cueva de bandidos?» (Jer 7, 11).
El contexto de esta cita es la reacción del profeta contra la falsa seguridad que el culto formalista del Templo proporciona al pueblo, dispensándole de la práctica de la justicia con los demás. Jesús coincide con el profeta en la misma denuncia: cree que el Templo ha traicionado su misión, puesto que en él Dios ha sido sustituido por el dinero y los negocios.
La postura de jesús la podemos sintetizar en:
A).- Jesús se pronuncia contra los abusos económicos originados en el culto institucional del Judaísmo.
Puedes encontrar la confirmación de esto en una frase de Jesús reproducida en el evangelio de Marcos que dice así: Ovos letrados) se comen los bienes de las viudas con pretexto de largos rezos» (Mc 12, 40). Lo que sucedía en el Templo de Jerusalén era una enorme afluencia de dinero en favor de una clase privilegiada de sacerdotes.
B).- Jesús traslada a la vida el culto.
Jesús expulsa del Templo a los animales. Con ello priva al culto de la materia para los sacrificios. En realidad declara con este gesto la invalidez de un culto que recurre a víctimas externas de animales y en el que el propio oferente no se compromete a nada.
En coherencia con los antiguos profetas, Jesús exige para el culto el ofrecimiento de sí mismo, vivido permanentemente en una existencia obediente a Dios y comprometida con los demás en el amor. quiero misericordia, y no sacrificios (Mt 9, 13)
C).- El Judaísmo ha perdido el monopolio de la presencia de Dios en la tierra.
En consecuencia, ya no es necesario peregrinar a Jerusalén ni a ninguna otra parte para encontrarse con Dios. El Judaísmo y el Templo son sustituidos por la comunidad cristiana. Jesús condena este particularismo segregacionista de Israel al destacar que la casa de Dios es casa de oración para todos los pueblos. La autentica apertura universal a todas las gentes debe darse en la Iglesia que, siguiendo a Jesús, convoca y admite sin discriminación a todos los excluidos del culto en la religión de Israel: las mujeres, los publicanos, los impuros, los pecadores, los extranjeros.
D).- La comunidad de los seguidores de Jesús, los cristianos unidos a él, constituyen, el verdadero y nuevo Templo de Dios.
La comunidad de los seguidores de Jesús, unida a el, constituye en la tierra la nueva morada de Dios. Se reúnen en el nombre de Jesús y celebran un verdadero culto apelando a su fe v al amor que los une. Conscientes de esto, las primeras comunidades cristianas no necesitaban de templos para sus reuniones litúrgicas, les bastaban sus propias casas. Así, el viejo Templo material quedaba sustituido por la nueva comunidad de la Iglesia, cuyo cimiento era la predicación de los apóstoles y cuyo principio de unidad estaba en Cristo, su piedra angular.
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