Testimonios no cristianos sobre Jesucristo
Los documentos históricos no cristianos que se refieren a la vida y obra de Cristo pueden dividirse en dos clases: fuentes paganas y fuentes judías.
" Las fuentes no cristianas sobre la verdad histórica
de los Evangelios son escasas y están contaminadas de odio y prejuicio.
Existe un número de razones que se han propuesto para explicar esta
condición en las fuentes paganas: A. Tácito B.
Suetonio C. Plinio
el Joven D. Otros
escritores paganos II.
Fuentes Judías A. Filo
B. Josefus
Por este tiempo apareció Jesús, un hombre sabio
(si es que es correcto llamarlo hombre, ya que fue un hacedor de
milagros impactantes, un maestro para los hombres que reciben la
verdad con gozo), y atrajo hacia Él a muchos judíos (muchos griegos
además. Era el Cristo). Y cuando Pilatos, frente a la denuncia de
aquellos que son los principales entre nosotros, lo había condenado
a la Cruz, aquellos que lo habían amado primero no abandonaron (ya
que se les apareció vivo nuevamente al tercer día, habiendo predicho
esto y otras tantas maravillas sobre Él los santos profetas) La
tribu de los cristianos llamados así por El no han cesado hasta
este día. Este testimonio no escapó del trabajo de los críticos. Sus conclusiones
pueden reducirse a tres titulares: * A)Los que lo consideran completamente
falso;* B)Los que lo consideran auténtico; pero con añadidos.* C)Los que lo consideran completamente
auténtico. . A)Los que lo consideran completamente
falso Primero, están aquellos que consideran al pasaje
entero como falso. Las razones principales para esta visión parecen
ser las siguientes: Pero la falsedad del disputado pasaje de Josefus
no implica la ignorancia del historiador con respecto a los hechos
conectados con Jesucristo. La narración de Josefus acerca de su
propia precocidad juvenil ante los maestros judíos (Vit., 2) nos
recuerda la historia de la estadía de Cristo en el Templo a la edad
de doce años; la descripción del naufragio en su viaje a Roma (Vit.,
3) nos recuerda al naufragio de Pablo relatado en Hechos; finalmente
su introducción arbitraria de un engaño practicado por los sacerdotes
de Isis sobre una mujer romana, a continuación de sus supuestas
alusiones a Jesús, muestran una disposición a explicar el nacimiento
virginal de Jesús y a preparar las falsedades que tomaron cuerpo
en los escritos judíos subsiguientes. * B)Los que lo consideran auténtico; pero con añadidos
Una segunda clasificación de críticos no consideran
a la totalidad del testimonio de Josefus concerniente a Cristo como
falso pero sostienen que existe una interpolación de las partes
marcadas arriba entre paréntesis. Las razones asignadas para esta
opinión pueden reducirse a las siguientes dos: Igualmente, la misma conclusión se sigue del hecho
que Orígenes conocía un texto Josefiano acerca de Jesús, pero no
le era familiar nuestro texto actual, ya que, de acuerdo con el
gran doctor de Alejandría, Josefus no creía que Jesús fuese el Mesías.
("In Matth.", xiii, 55; "Contra Cels.", I, 47). Cualquiera sea el peso de estos dos argumentos,
se pierde frente al hecho que Josefus no escribía para los judíos,
sino para los romanos; consecuentemente, cuando dice "Este
era el Cristo" no implica necesariamente que Jesús era el Cristo
considerado por los romanos como el fundador de la religión cristiana. * C)Los que lo consideran completamente
auténtico.
Una tercera clase de estudiosos cree que el pasaje
completo acerca de Jesús, como se encuentra hoy en día en Josefus,
es genuino. Los argumentos principales de la autenticidad del pasaje
de Josefus son los siguientes: Segundo, es cierto que ni Tertuliano ni San Justino
utilizan el pasaje de Josefus acerca de Jesús; pero su silencio
se debe probablemente al desprecio con el que los judíos contemporáneos
consideraban a Josefus, y a la relativa poca autoridad que tenía
entre los lectores romanos. Los escritores de la edad de Tertuliano
y Justino podían apelar a testigos vivos de la tradición Apostólica.
Tercero, Eusebio ("Hist. Eccl"., I, xi;
cf. "Dem. Ev.", III, v) Sozomen (Hist. Eccl., I, i), Niceph.
(Hist. Eccl., I, 39), Isidoro de Pelusium (Ep. IV, 225), San Jerónimo
(catal.script. eccles. xiii), Ambrosio, Casiodoro, etc., recurren
al testimonio de Josefus; no deben haber existido dudas respecto
a su autenticidad en el tiempo de estos ilustres escritores. Cuarto, el silencio completo de Josefus acerca
de Jesús hubiese sido un testimonio aun más elocuente del que tenemos
en el presente texto; este último no contiene ninguna afirmación
que sea incompatible con su origen Josefiano: el lector romano necesitaba
la información de que Jesús era el Cristo o el fundador de la religión
cristiana; las maravillosas obras de Jesús y su Resurrección de
entre los muertos eran pregonadas incesantemente por los cristianos
de forma tal que sin estos atributos el Jesús de Josefus no hubiera
sido prácticamente reconocido como el fundador de la religión cristiana.
Todo esto no implica necesariamente que Josefus
considerase a Jesús como el Mesías judío; pero, aun si hubiese estado
convencido de su mesianismo, no se sigue por esto que se haya convertido
al cristianismo. Un número de posibles subterfugios pueden haberle
brindado al historiador judío razones aparentemente suficientes
como para no abrazar el cristianismo. C. Otras
fuentes judías Página principal:
Finalidad
Anuncio:Antiguo Testamentosa
Cumplimiento:Nuevo Testamento
Testimonios documentales cristianos
Testimonios documentales no cristianos
El proyecto de Jesús (I): su mensaje
El proyecto de Jesús (II): su actuación
Muerte y Resurección de Jesús
Concilios y herejias
Jesús en el cine (I)
Jesús en el cine (II)
Modelo de vida
Bibliografia
Enlaces
Libro de visitas
El campo en donde se desarrolla la historia de los Evangelios fue
la remota Galilea; Los judíos eran percibidos como una raza supersticiosa,
si damos crédito a Horacio (Credat
Judoeus Apella, I, Sat., v, 100); El Dios de los judíos era
desconocido e incomprensible para la mayoría de los paganos de ese
período; Los judíos en cuyo seno la Cristiandad tomó sus orígenes
estaban dispersos y eran odiados por todas las naciones paganas;
La religión cristiana era a menudo confundida con una de las tantas
sectas que habían surgido del judaísmo, y que no podría despertar
el interés del espectador pagano.
Es por lo menos cierto que ni los judíos ni los gentiles sospechaban
en lo más mínimo la importancia monumental de la religión de cuyo
crecimiento eran testigos. Estas consideraciones dan razón de la
escasez y aspereza con la que los eventos cristianos son mencionados
por los autores paganos. Pero aunque los autores gentiles no nos
dan ninguna información sobre Cristo y los primeros estadios de
la cristiandad que no tenemos en los Evangelios, y aunque sus afirmaciones
son hechas con un odio y desprecio sin disimulo, de todas formas,
y sin quererlo, prueban el valor histórico de los hechos relatados
por los Evangelistas. No necesitamos demorarnos mucho en un escrito
titulado "Los Actos de Pilato", que debe haber existido
en el siglo II (Justino, "Apol"., I, 35), y debe haberse
utilizado en las escuelas paganas para advertir a los jóvenes contra
las creencias cristianas (Euseb., "Hist. Eccl.", I, ix;
IX, v); ni necesitamos preguntarnos si existieron realmente las
tablas de censo de Quirinius.
Poseemos al menos el testimonio de Tácito (A.D. 54-119) para
la aseveración que el Fundador de la religión cristiana, una superstición
mortífera a los ojos de los romanos, había sido ejecutado por el
procurador Poncio Pilato bajo el reinado de Tiberio.; que Su religión,
aunque suprimida por un tiempo, renació nuevamente no solo en toda
Judea donde se había originado, pero hasta en Roma, el nudo de convergencia
de todas las corrientes de maldad y desvergüenza; lo que es más,
que Nerón había desviado de sí mismo las sospechas de la quema de
Roma acusando a los cristianos de este crimen; que estos últimos
no eran culpables del incendio, aunque merecían su destino en razón
de su misantropía universal. Tácito, además, describe algunos de
los horribles tormentos a los que Nerón sometía a los cristianos
(Ann., XV, xliv). El escritor romano confunde a los cristianos con
los judíos, considerándolos una secta judía particularmente abyecta;
se puede inferir lo poco que había investigado la verdad histórica
de los documentos judíos por la credulidad con la que aceptaba las
absurdas leyendas y calumnias sobre los orígenes del pueblo Hebreo.
(Hist., V, iii, iv).
Otro escritor romano que muestra su conocimiento de Cristo
y los cristianos es Suetonio (A.D. 75-160). Suetonio
consideraba a Cristo (Chrestus) como un insurgente romano que incitó
sediciones bajo el reino de Claudio (A.D. 41-54): "Judaeos,
impulsore Chresto, assidue tumultuantes (Claudius) Roma expulit"
(Clau., xxv). En su vida de Nerón, considera a este emperador como
un benefactor público por su severo tratamiento hacia los cristianos:
"Multa sub eo et animadversa severe, et coercita, nec minus
instituta . . . . afflicti Christiani, genus hominum superstitious
novae et maleficae" (Nero, xvi). El escritor romano no comprende
que los problemas con los judíos surgían del antagonismo de los
mismos hacia el carácter mesiánico de Jesucristo y hacia los derechos
de la Iglesia Cristiana.
Importantisima es la carta de Plinio el Joven al Emperador
Trajano (cerca del A.D. 61-115), en la cual el Gobernador de Bithynia
consulta a su majestad imperial sobre cómo manejar a los cristianos
que vivían en su jurisdicción. Por una parte, sus vidas eran confesamente
inocentes, no podía probarse ningún crimen contra ellos excepto
su creencia cristiana, que le parecía al romano una superstición
extravagante y perversa. Por otra parte, a los cristianos no se
los podía desvincular de su alianza con Cristo, a Quien celebraban
como su Dios en las reuniones temprano a la mañana (Ep., X, 97,
98). La cristiandad aparece aquí ya no como una religión de criminales,
como lo hacía en los textos de Tácito y Suetonio; Plinio reconoce
los altos principios morales de los cristianos, admira su constancia
en la fe (pervicacia et inflexibilis obstinatio), que parece remontarse a su
culto de Cristo (carmenque
Christo, quasi Deo, dicere).
Los otros testigos paganos aportan rasgos importantes.
Así, en el segundo siglo Luciano desprecia a Cristo y a los cristianos
de la misma forma que se burla de los dioses paganos. Hace alusión
a la muerte de Cristo en la cruz, a Sus milagros, al amor mutuo
que prevalecía entre los cristianos ("Philopseudes", nn.
13, 16; "De Morte Pereg"). Hay también supuestas alusiones
a Cristo en Numenius (Origen, "Contra Cels", IV, 51),
a sus Parábolas en Galerius, al terremoto en la Crucifixión en Phlegon
( Origen, "Contra Cels.", II, 14). Antes de finalizar
el siglo II el logos alethes de Celsus, citado por Orígenes (Contra Cels., passim), testifica que para esa época los
hechos relatados en los Evangelios estaban generalmente aceptados
como verdaderos históricamente. Sin importar cuan escasas sean las
fuentes paganas sobre la vida de Cristo, dan por lo menos testimonio
de Su existencia, de Sus milagros, Sus parábolas, Su testimonio
de ser de carácter divino, Su muerte en la Cruz, y de las características
más sobresalientes de Su religión.
Filo, que murió luego del A.D. 40, es importante principalmente
por la luz que arroja en ciertos modos de pensar y fraseología que
encontramos en algunos de los Apóstoles. Eusebio (Hist. Eccl., II,
iv) incluso preserva una leyenda en la que cuenta que Filo conoció
a San Pedro en Roma durante sus misiones con el emperador Cayo;
lo que es más, que en su trabajo sobre la vida contemplativa describe
la vida de la Iglesia Cristiana en Alejandría fundada por San Marcos,
más que aquella de los Espesenos y Terapeutas. Pero es poco probable
que Filo haya escuchado lo suficiente acerca de los cristianos como
para darle un asidero histórico a estas leyendas.
El primer escritor no cristiano que se refiere a Cristo es
el historiador judío Flavio Josefus, nacido en A.D. 37, fue contemporáneo
de los Apóstoles y murió en Roma en A.D. 94. Dos pasajes en su "Antiquities"
que confirman dos hechos de las crónicas cristianas inspiradas no
tienen disputa. En uno reporta el asesinato de "Juan llamado
el Bautista" en manos de Herodes, (Ant., XVIII, v, 2), en el
que describe además el carácter y trabajo de Juan; en el otro, (Ant.,
XX, ix, 1) desaprueba la sentencia pronunciada por el sumo sacerdote
Ananus contra "Santiago, hermano de Jesús, Quien era llamado
Cristo." Es probable por antecedente que un escritor tan bien
informado como Josefus debe haber tenido una familiaridad además
con la doctrina y la historia de Jesucristo. Viendo, además, que
registra eventos de importancia menor en la historia de los judíos,
sería sorprendente si se mantuviese en silencio acerca de Jesucristo.
La consideración por los sacerdotes y fariseos no le impidió mencionar
los asesinatos judiciales de Juan el Bautista y el Apóstol Santiago;
su intento de encontrar la realización de las profecías Mesiánicas
en Vespasiano no lo indujeron a callar sobre varias sectas judías,
aún cuando sus principios parecían ser inconsistentes con las aseveraciones
de Vespasiano. Uno espera, naturalmente, una mención sobre Jesucristo
en Josefus. Antiquities XVIII, iii, 3, parece satisfacer esta expectativa.
Josefus no podría representar a Jesucristo como un simple moralista
y por otra parte no podría enfatizar las profecías y expectativas
mesiánicas sin ofender las susceptibilidades romanas; El pasaje
arriba mencionado de Josefus parece haber sido desconocido por Orígenes
y los primeros escritores
patrísticos; Su lugar preciso en el texto de Josefus es incierto,
ya que Eusebio (Hist. Eccl., II, vi) lo debe haber encontrado con
anterioridad a las notas referidas a Pilato, mientras que ahora
se encuentran luego de ellas.
Josefus debe haber mencionado a Jesús, pero no puede haberlo reconocido
como el Cristo; por lo tanto parte de nuestro testo Josefiano actual
debe ser genuina y parte interpolada.
Primero, todos los códices o manuscritos del trabajo de Josefus
contienen el texto en cuestión; para mantener la falsificación de
este texto debemos suponer que todas las copias de Josefus estaban
en manos de los cristianos, y fueron cambiados de la misma manera.
El carácter histórico de Jesucristo también es afirmado por
la literatura judía hostil de los siglos subsiguientes. Su nacimiento
se considera unido a una unión ilícita ("Acta Pilati"
en Thilo, "Codex apocryph. N.T., I, 526; cf. Justin, "Apol.",
I, 35), o hasta adúltera de sus padres (Orígenes, "Contra Cels.,"
I, 28, 32). El nombre de su padre era Pantera, un soldado común
(Gemara "Sanhedrin", viii; "Schabbath", xii,
cf. Eisenmenger, "Entdecktes Judenthum", I, 109; Schottgen,
"Horae Hebraicae", II, 696; Buxtorf, "Lex. Chald.",
Basle, 1639, 1459, Huldreich, "Sepher toledhoth yeshua hannaceri",
Leyden, 1705). Este último trabajo en su edición final no apareció
hasta el siglo trece, por lo que brinda un relato del mito de Pantera
en su forma más avanzada. Rosch es de la opinión de que el mito
no comenzó antes de los fines del siglo I.